Buscando una mano
Cuando nuestro hijo Andrés Matías tenía tan sólo dos años de edad, fue sometido a una cirugía para cerrar una profunda cortadura en su ceja derecha. Él estaba tan asustado, como nosotros sus padres, al ver tanta sangre que emanaba cerca de su ojo.
Hasta el día de hoy recuerdo sus pequeñas manitas aferradas a la nuestra, suplicándonos que no le soltásemos. Además, nos pedía que le cantásemos la canción cristiana titulada: "Somos soldaditos siervos del Señor." Gracias a Dios, el difícil momento fue superado. Hoy mi hijo tiene 8 años de edad, y en su ceja derecha luce una hermosa cicatriz que nos recuerda un momento difícil que fue superado con victoria.
La realidad es que todos los seres humanos atravesamos por momentos difíciles. Todos necesitamos aferrarnos a algo que nos brinde seguridad. Cuando somos niños, las manos de nuestros padres nos brindan la tranquilidad y paz que necesitamos. Cuando crecemos y somos adultos necesitamos aferrarnos a algo que sea superior a nuestros padres.
Cuando Jesús estaba atravesando el momento más difícil de su vida, elevó la siguiente oración a Dios, diciendo: "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu." Jesús en su dolor y desesperación se aferró a las manos de Dios.
Pregunta ¿A quién acudes tú en los momentos difíciles de tu vida? ¿Acudes a Dios en oración? Recuerda, las manos de Dios siempre estarán a tu alcance para que tu puedas apoyar en ellas tu propia mano.