Un solo cuerpo
Savia de trigo verde corre en tus venas, y desnuda en cuclillas sobre tu lecho, esperas que llegue y me abrace a tu pecho. Te escribiré sutil lienzo de poemas, en los embozos que te cubren apenas. Y renacerán ejidos de mar verde, en la mirada que en mis ojos se pierde. Lejos del cuerpo... ¡Yo te dejo las penas!
La roja sangre que por dentro te prende, de escarlata tiñe tus dos cerros blancos, creciéndose, alzándose firmes y francos. Son campos que siguen haciendo su alarde y deben seguir avanzando en la tarde. Con mareas y olas de verde pasión, que nos hacen amarnos con ilusión. Unidos... ¡Somos un solo cuerpo que arde!
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