Cuando tú deseas algo fervientemente,
todas las fuerzas naturales y espirituales
se ponen de acuerdo para ayudarte a conseguirlo.
Dios te dio libre albedrío, o sea, libertad de elección. De ti depende elegir la clase de vida que quieras vivir. Nadie tiene poder contra tu libre albedrío porque sólo tú tienes potestad absoluta sobre tu propia mente.
Tú puedes pensar lo que quieres. Nadie puede obligarte a pensar lo que tú no quieres.
Si escoges ser positivo obtendrás todo lo que al bien le pertenece; pero si escoges ser negativo, obtendrás también lo que al mal le pertenece. Por lo dicho, no te inquietes pensando que tu comportamiento puede ser causado por traumas o complejos adquiridos en tu niñez y guardados en tu subconsciente. No te tortures tampoco pensando que estás marcado por una herencia negativa. Recuerda que Dios te dio poder para dominar tu mente y para construir el futuro que más te agrade. Sólo de ti depende decidir lo que llegues a ser.
Cuando tú tomas una decisión, te sumerges en una corriente poderosa que te lleva a lugares que nunca soñaste ni te imaginaste.
Una de las más grandes decisiones que puedes tomar en la vida es dejar la tristeza para vivir con alegría.
Cuando tú dejes a un lado la tristeza para convertirte en una persona alegre, a más de ganarte el aprecio de quienes te rodean, le harás un tremendo favor a tu cuerpo, pues tus órganos funcionarán normalmente, tu corazón latirá con regularidad, tu hígado actuará con eficacia, respirarás bien, tu sangre circulará perfectamente y permanecerá bien oxigenada, todo tu cuerpo reflejará salud y belleza; en suma, gozarás de una vida más saludable y feliz.
Siempre con Amor