Hermano mío, ahora estoy herido de luna por tu causa. Se me le cayó un gran trozo a esta divino anuncio de alegría: ¡ya no somos iguales en la abundancia profunda como el pan del pobre hecho palabra de esperanza y delicia!
Tú socializas en las noches tus migas de terror y hodofobia y dijíste loca y simple a nuestra luna, óvulo volante de los cielos. Te vistieron de folclore y exorcismo los burdos epopeos y ya juegas a la nictofobia en carnavales, diseñados para el chingarama de los curatores del misterio. Por el contrario, yo a la cofa misteriosa no la quiero; ¡quiero mi luna, mi brillante luna, que es mujer y ovario y templo, en mis noches de mar y bohemia!