Reflexión para la luna nueva del 30 de Julio de 2011

Sucede en 7º 16’ de Leo.

Esta lunación nos aproxima a una energía específica del Cosmos, a una variante de la expresión de la Vida Una. La energía de la que hablamos se describe como fuego, uno de los fuegos más intensos que la humanidad experimenta. Hablamos, evidentemente, de una llama interior. Una de sus facetas es la que nos impulsa con fuerza, desde lo más profundo de nuestro ser, hacia caminos nuevos, caminos que hemos de crear porque no siguen los senderos ya existentes. No es una afición o un interés que se pueda abandonar a la ligera; Leo se comporta como si le fuera la vida en lo que hace. Y en verdad le va la vida, pues no concibe otra existencia que la expansión sin reservas, que el contagio al entorno. Leo toma materiales intelectuales, emocionales y físicos y crea. Al igual que el fuego físico, tiende a asimilar y elevar la materia próxima hasta su propio nivel vibratorio. Esta actividad requiere una dosificación energética hábil, pues existe la posibilidad de no ver ni reconocer a su alrededor nada que no sea su propia vibración, cuando entra en contacto con otros seres vivos.

Tras sentir un impulso así, es natural que despleguemos energía en la dirección de lo que reconocemos como nuestro auténtico deseo, allí donde la voluntad se expresa con mayor facilidad. Una de las tareas en cada encarnación es averiguar qué queremos realmente. Semejante búsqueda lleva a descartar una tras otra las falsas identidades aparentemente estables de la personalidad. No se trata sólo de los deseos. Incluso cuando la materia emocional se serena en el aura, la indagación acerca de nuestra naturaleza y motivaciones últimas continúa estimulando la evolución. Nos aproximamos al Yo Soy. Sentimos esa identidad profunda y actuamos con iniciativa y persistencia, sin reparar en costes para mantenernos en ella. El sendero del acercamiento al yo interno trasciende el lenguaje. Leo habla con tanta fuerza porque no está enfocado en la mente lógica. Las lenguas humanas resultan de utilidad con miras a la iluminación cuando aluden o facilitan la comprensión de una verdad interna que trasciende la mente lógica concreta. De otro modo, se convierten en repeticiones vacías. Pasan a ser ilusiones de poder o ilusiones de supuestos estados espirituales, alimentadas sólo por la mente dicotómica, analítica, y por el deseo de llegar a un lugar interior, pero al que realmente aún no nos estamos acercando. La personalidad que repite y repite sin generar consciencia se asemeja a un autómata.

Un impulso de este tipo entra en conflicto con las visiones asentadas y que marcan el camino a seguir, bien en la sociedad o bien en la intimidad de las conciencias. La inercia de lo antiguo, el espíritu acomodaticio y la obediencia a los poderes establecidos se llevan mal con semejante espíritu auto afirmativo. Cuando detectamos engaño o sometimiento procedente de esos poderes establecidos, la reacción llega inevitablemente. En algún momento de nuestra existencia habremos de levantar la voz y sostener una opinión diferente a la de la mayoría. La capacidad de expresar la verdad propia, de actuar constructiva y francamente, son características de la tendencia que se despliega en esta luna nueva.

¿Qué sucedería si la energía que comentamos pudiera dosificarse, analizar lo que tiene ante sí y establecer vínculos con otras personas basados en la coordinación y aceptación mutua? Si la asertividad se uniese a la sintonización con otros individuos, su poder transformador se incrementaría notablemente y pasaría de una acción individual a un movimiento colectivo. Arrastraría a otros con más eficacia, porque se sentirían parte activa de ese movimiento.

Busquemos estos espacios interiores ahora que las vibraciones cósmicas nos acercan estas experiencias y siembran la semilla de la asertividad creativa. El cosmos nos ofrece la semilla; los jardineros que la hagan crecer hemos de ser todas nosotras y nosotros, los componentes de la oleada de vida humana.

Que la luz sea contigo.COLINA