!Pobre y magnífica alma! Donde tú estás, hay revolución, hay lucha contra la maldad, hay una vida nueva, está Dios. El alma es amor, el alma es futuro, y todo lo demás es solamente materia, impedimento, un desperdicio de nuestras facultades divinas.
!Pregunta a tu alma! !Pregúntale a ella, que es el futuro y cuyo nombre es amor! !No preguntes a tu razón, no busques en la historia del mundo! Tu alma no te reprochará que te hayas ocupado poco de política, trabajado poco, odiado poco a los enemigos, fortificado poco las fronteras. Pero tal vez te reproche que hayas retrocedido a menudo sus exigencias, que te hayas inhibido y que nunca hayas encontrado tiempo para entregarte a ella, tu más joven y más hermoso retoño, para jugar con ella y escuchar sus cánticos; en tu ansia de lucro, la has vendido y traicionado con demasiada frecuencia. Y por este motivo, dondequiera que mires, sólo verás rostros atormentados, nerviosos, malignos; los hombres han dedicado su tiempo a lo más inútil, al dinero y al sanatorio, y esta terrible situación no es más que un grito de alarma, un aviso sangriento. "Si te olvidas de mí, estarás nervioso y odiarás la vida -dice el alma-, y así continuarás y conseguirás tu propia destrucción a no ser que te vuelvas hacia mí con renovado amor y diligencia". No son en modo alguno los débiles, los insignificantes, quienes enferman con el tiempo y pierden la facultad de ser felices. Son casi siempre los buenos, los gérmenes del futuro; son ellos los que descuidan su alma y se resisten a luchar contra un falso orden del mundo, aunque tal vez mañana se decidan a ello.
Cualquiera que sea el rumbo del mundo, no encontrarás médico ni ayuda, no hallarás futuro ni impulso nuevo más que en ti mismo, en tu pobre alma maltratada e indestructible. Carece de sabiduría, crítica y programa. Sólo es fuerza motriz, sólo futuro, sólo sentimiento. Los que la han seguido son los santos y los predicadores, los héroes y los estoicos, los grandes generales y los conquistadores, los magos y los artistas, que iniciaron su camino desde abajo y lo culminaron en las cumbres de la bienaventuranza. El camino del millonario es otro, y termina en el sanatorio.
Las hormigas también liberan guerras, las abejas también organizan Estados, las marmotas también acumulan riquezas. Tu alma busca otros caminos, y cuando no los encuentra porque tú cosechas éxitos a su costa, no sientes ninguna felicidad. Y es porque la "felicidad" sólo puede sentirla el alma, no la razón, ni el vientre, ni la cabeza, ni la billetera.
Por otra parte, no se puede hablar ni pensar mucho a este respecto sin caer en la cuenta de que estos pensamientos ya han sido expresados hace mucho tiempo. La frase que los contiene es una de las pocas frases eternas: "?De qué te sirve ganar el mundo entero, si pierdes tu alma?"