Me gustan los valles, en invierno, cuando nos sentamos junto a la chimenea, en donde arde el ciprrés de hojas perennes cuya fragancia llena la casa, mientras fuera cae la nieve que el viento barre, cuelgan los carámbanos frente a los cristales, y en nuestros oidos se funden el lejano rumor de el
rio, y la voz de la blanca tormenta . Pero si justo a mi no se hallase mi amada, no habría valles, ni nieve, ni fragancia de las ramas de el ciprés, ni carámbanos, ni canción de el rio ni la torrmenta que inspira temor........
Tales cosas se esfumarían si mi bendita amada, estuviera lejos de todo y lejos de mi.