Yo y el tabaco
En la hacienda de mi abuelo Se plantaba tabaco que es una bella planta que da una linda flor
Se cogian las hojas se dejaban secar y se hacían gruesas trenzas con ellas que eran vigorosamente retorcidas
Escurriendo las sobras de agua en ellas contenidas En esta fase el olor no era muy agradable Realmente olían mal Después de secas se defumaban
En esta fase sí, se quedaban perfumadas Alrededor del rollo, una miel gruesa se formaba Que goteaba sobre las brasas Y el ambiente de dulce perfume de tabaco, se esfumaba
Después que su miel se ennegrecía y endurecía En un gran tendedero, al sol, se colgaban Yo casi siempre miraba todo el proceso Desde mis primeras idas a la hacienda
E iba todos los cuatro meses de vacaciones del año Desde los cinco años, hasta los catorce Aquel proceso me encantaba Aquel olor me embriagaba
De los catorce años en adelante, no volví a ir Fuí a vivir muy lejos, de Rio fuí a Sergipe Pero no me olvidé de mi hacienda amada Y empecé a fumar, como imaginandome allá
Y de todos los recuerdos y sueños En los anillos de humo empecé a ver y parecía que el humo tomaba la forma que yo deseaba
Me acuerdo que un amigo llamado Alaor mayor que yo, ya viciado en cigarrillos me aconsejó a no continuar a fumar él ya se había viciado y no podía parar
Yo nunca paré, ni siquiera lo intenté Siempre tuve el conocimiento y la conciencia de los males que este vicio trae pero también sé el bién que a mi alma él hace.
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