Por un agua de hastío voy moviendo estos remos, que pasan tanto al irme y tan poco al volver; pero quizá un día no nos separaremos, mujer mía y ajena, como el amanecer.
No importa que me quede ni importa que me vaya, mientras pasan las nubes sin dejar de pasar, porque tu corazón es igual que una playa, que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.
Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra; tu amor, que sin ser mío, tantas veces perdí; y yo empuño los remos y viajo hacia las sombras, pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.
Filibustero loco tras el botín de un beso, viajo por aguas tristes que me entristecen más; pero tu amor es siempre camino de regreso, mujer que nunca llegas y que nunca te vas.
Tu amor es un remoto país desconocido, más allá del mañana, más allá del ayer; y ya sólo recuerdo las veces que me he ido recordando las veces que tuve que volver.
Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable, y más si es una culpa de amor amarte así; pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable, inevitable tú serás para mí.
Ya me duelen las manos de remar en mi hastío; pero yo sé que un día dejaré de remar, y he de mirar el mundo como si fuera mío, y romperé los remos en la orilla del mar...
En las noches de luna y clavel de Ayamonte hasta Villareal sin rumbo por el río, entre suspiros una canción viene y va Que la canta María al querer de un andaluz. María es la alegría, y es la agonía que tiene el sur.
Que conoció a ese hombre en una noche de vino verde y calor y entre palmas y fandangos la fue enredando, le trastornó el corazón. Y en las playas de isla se perdieron los dos donde rompen las olas, besó su boca y se entregó.
Ay, María la portuguesa desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas donde bebe viño amargo porque canta con tristeza porque esos ojos cerrados por un amor desgraciado, por eso canta, por eso pena.
¡Fado! que me faltan sus ojos ¡Fado! porque me falta su boca ¡Fado! porque se fue por el río ¡Fado! porque se fue con la sombra
Dicen que fue el te quiero de un marinero, razón de su padecer que en una noche en los barcos de contrabando, p'al langostino se fue. Y en las sombras del río, un disparo sonó. Y de aquel sufrimiento, nació el lamento de esta canción.
Ay, María la portuguesa desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas donde bebe viño amargo porque canta con tristeza porque esos ojos cerrados por un amor desgraciado, por eso canta, por eso pena.
¡Fado! que me faltan sus ojos ¡Fado! porque me falta su boca ¡Fado! porque se fue por el río ¡Fado! porque se fue con la sombra
¡Fado! porque se fue por el río ¡Fado! porque se fue con la sombra.