NUESTRO CORAZON
Dicen
que será inminente. Anuncian que viviremos momentos de tremendo caos.
Los ánimos se agitan. Los rostros se tensan. Se respira confusión. ¿Será
cierto, sucederá lo que proclaman? ¿Son puras las intenciones de
quienes dicen recibir mensajes tan alarmantes? ¿Qué hacer? ¿En quién
creer? ¿En quién confiar? ¿A dónde ir? Dios me habló sin palabras, hizo
que sintiera mi propio corazón.
¿Por qué tanta preocupación por lo
que estaría por suceder, acaso tenemos garantizado que viviremos dentro
de cinco segundos? ¿Por qué pasamos tanto tiempo escuchando a los demás,
sin prestar atención un solo instante a lo que fluye desde nuestro
interior? Va a pasar solamente lo que tenga que pasar. Nada más ni nada
menos. No importa si olas gigantescas nos dejarán sin vida o si habrá
terremotos, furiosos huracanes o cientos de volcanes activándose al
mismo tiempo. Sucederá aquello que tenga que suceder. Todo es perfecto.
Por
más que algunos mensajes son contradictorios, no pongo en duda lo que
los canalizadores dicen. Ellos reflejan fielmente lo que reciben. Puede
que lo que nos transmiten suceda, no suceda o tal vez ocurra de un modo
diferente al que nos revelan. Nunca se sabe. Tampoco importa. Lo que sí
importa es que escuchemos nuestro propio corazón, para conectar con
aquello que nos hace vibrar de la manera más intensa. Sólo podemos
celebrar.
Si
nuestra hora ha llegado, celebremos. Si nuestra hora no llega,
celebremos. Todo lo que podemos hacer es celebrar. No desperdiciemos más
tiempo discutiendo sobre quién tiene razón. Celebremos. Disfrutemos.
Aprovechemos cada instante. Si estamos haciendo lo que resuena en
nuestro interior, nada de lo que suceda fuera importará, porque nuestra
aceptación sobre aquello que acontezca será total. Habremos comprendido
que estamos viviendo lo que nuestro ser necesita para seguir
evolucionando.
Si
el miedo te acorrala, si la desesperación se apodera de tu vida, si la
confusión te aturde, ¿hacia dónde irás? ¿Acaso seguirás corriendo en
busca de consuelo? La sed que tiene tu alma nadie podrá apagarla tomando
agua por vos. Si sois honesto con vos mismo y escuchas la voz interior
que insistentemente te reclama, te moverás hacia el único lugar donde
podrás encontrar calma. Comenzarás tu viaje de regreso a casa. Irás
hacia tu interior, al centro mismo de tu propio corazón. ¿Acaso todo
este escenario no está montado para eso? Dios me habló sin palabras,
hizo que sintiera mi propio corazón.
MEDITACIONES DE LUZ INTERIOR.
a/d