Las personas inteligentes eligen amar antes que odiar, aceptan a los demás tal como son y no malgastan energías queriendo cambiarlos. Las personas inteligentes disfrutan el aquí y ahora;
no viajan al pasado con sentimientos de culpa o rencor. Las personas inteligentes ven oportunidades en las dificultades;
cuidan sus relaciones con esmero y son sembradores de fe, esperanza y alegrías. Las personas inteligentes no se dejan aplastar por las dificultades porque saben que aún la noche más oscura tiene un claro amanecer.