Es 13 de Nobiembre y llevas ya 6 años conmigo. Así es,
regresamos y aunque las cosas son muy diferentes ahora
(nuestras miradas, nuestros roces y las palabras) puedo decirte que te quiero.
Regreso a mi cama después del delicioso sexo que
tuvimos y mi cuerpo mantiene tu aroma y tu sabor. Me arropo
apretadita en la cama para seguir inhalándote…
la noche promete ser buena gracias a esto.
No hubo te amo,
ni siquiera te quiero mientras nos besábamos y yo seguía temblando en tus brazos;
ya sabes, los escalofríos del orgasmo.
Extrañaba tu cuerpo y el tiempo de los dos, a solas.
sigues siendo el hombre de sonrisa perfecta,
promesas que cumples, desafíos a la vida e irreverencia al sistema,
y yo sigo enamorada de ti.
Sólo no te amo.
Me sorprendes con la maravilla
y con tus errores de quinceañera; hay veces que no sé cómo actuar contigo;
dudo si tocarte, mirarte o hablarte.
No cambiaste. Las adicciones son otras y en consecuencia,
también lo son las historias. Yo no soy la misma y te sigo queriendo a mi lado,
conmigo.
No puedo decir que te comparto mi vida y lo que soy porque en realidad,
no te interesa y de nada te sirve. Yo sigo disfrutándote.
Sé que no eres mio, sabes que no soy tuya y
el asunto funciona bien,
es práctico para los dos. Es sólo que de vez
en cuando me haces falta y prefiero callármelo;
he ido
aprendiendo a controlar mi necesidad sin que me lastime,
así que por eso tampoco tengo problema.
Creo que jamás podremos ser amigos porque somos un par de desconfiados y
los cuerpos nos atraen.
Sigamos jugando a esta pareja que para mí es
exquisita y un respiro mientras me ahogo.
Te quiero; te quiero demasiado,
lo siento en el cuerpo y en el nudo que se me hace en el estómago cada vez que te veo,
en la sonrisa que me produces en la que enseño la dentadura y
olvido qué es tener los labios unidos.
¡Me haces reír!, y vuelvo a imaginar.
Estás conmigo, qué más quiero.