Llego como llegué,
solitaria, asustada,
a la puerta de calle de madera encerada.
Abro la puerta y entro,
silenciosa, entre alfombras.
Los muros y los muebles me asustan con sus
sombras.
Subo los escalones de
mármol amarillo,
con reflejos rosados. Penetro en un pasillo.
No hay nadie, pero hay
alguien escondido en las puertas.
Las persianas oscuras están todas
abiertas.
Los cielos rasos altos en
el día parecen
un cielo con estrellas
apagadas que crecen.
El recuerdo conserva una
antigua retórica,
se eleva como un árbol o una columna dórica,
habitualmente duerme
dentro de nuestros sueños
y somos en secreto sus exclusivos
dueños.
PRECIOSA CANCIÓN ENRIC