Duermen la
azuela, el hacha y el martillo
sobre el
banco en sudor de carpintero;
surge el
padre del fondo del obrero,
la madre
observa al devanar su ovillo.
La cena
humea en el modesto hornillo
sobre
asiento de brasas, en austero
salón-taller-cocina, y aún granero,
tan
primitivo todo, tan sencillo.
Al niño
corresponde el primer plano;
alza una
vida frágil en la mano,
juega otra
vida eufórica a los pies.
En su
mano, a sus pies todas las vidas,
y la suya
se irá por las heridas...;
pero hoy
es juego; eso será después.
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