El escritor Luis Racionero cuenta con
palabras de un indiano el nacimiento de la habanera
“Hace ya mucho tiempo, una hermosa criolla,
cuyo rostro parecía tener la blancura marfilina de la azucena, sus ojos todo el
resplandor del sol tropical, su mirada toda la dulzura armoniosa que produce el
balanceo soñoliento de los verdes plumeros que coronan las altas palmeras, su
talle la flexibilidad de los maizales ondulantes e inquietos al menor soplo de
la brisa caliginosa enviada por el mar plateado y fosforescente, sus curvas todo
el encanto de la línea graciosa y soberana; una hermosa criolla de hablar
cadencioso y arrullador, de languideces seductoras, de corazón tierno y pasiones
violentas, depositó el espléndido tesoro de su belleza en la hamaca indolente, y
ante el tenue vaivén que le originaba el aire de su abanico, cerró los ojos,
como si quisiera realizar un eclipse de sol, y lanzando una cascada de suspiros,
quedó dormida profundamente. Aquellos suspiros fueron la primera habanera”.
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