PETRA.– Socorro…...socorro……
LEONCIO.– ¿Qué pasa, por qué
gritas tanto?
PETRA.– ¡Qué miedo he pasado!:
me perseguía una enorme rata…
Menos mal que se fue para otro
lado
LEONCIO.– Seguramente; sería
alguna de las que hay en el
almacén
PETRA.– Puede que sí… De
aquella dirección venía.
LEONCIO.– ¿Y..Cómo era la rata. Blanca, o
negra?
PETRA.– Me pareció blanca, con unos
enormes dientes, me perseguía como una loca.
“Yo creo que me quería morder”
LEONCIO.– Sería imaginación tuya, porque
esa rata blanca no tenía
dientes.
PETRA.– Pues yo le vi dientes;
bien largos.
LEONCIO.– Yo sé, que esa
rata no tiene dientes. Porque
precisamente el jueves la llevé
al dentista y se los sacó todos.
PETRA.– Pues ganas tienes,
de gastar dinero en sacarle los
dientes a una rata.
Te habrás gastado un
pastón… ¡“Con lo caro que es el dentista”!
LEONCIO.– Pues te equivocas, el trabajo lo
hizo gratis.
PETRA.– Eso de que lo hizo gratis… No me
lo creo.
LEONCIO.– Te lo puedes creer y encima me
pagó 100 euros, porque me dijo que se
quedaría con todos los dientes de la rata.
“Porque eran muy sanos” y los aprovecharía
para ponérselos fijos a un cliente, que le había
pedido unos dientes bien afilados,
PETRA.– ¡Huyyy...! Creo saber a quien se los
ha puesto, me atrevería a poner la mano en el
fuego. Porque estoy segura que no me
equivocaría.
LEONCIO.– Desembucha ya. Que ardo en
ascuas por saber dónde han ido a parar los
dientes de la rata.
PETRA.– Pues seguro que ni te lo puedes
imaginar. “A Jacinto el de la vaca.”
LEONCIO.– Sí…. Y¿ para que
querrá ese los dientes tan afilados,
si ya con las manos tan largas que
tiene…..? ¿“A no ser que quiera
que le vayan a juego”?
PETRA.– Seguro que será por
eso, porque él siempre tuvo buena
dentadura, no le hacía falta
implantes.
LEONCIO.– Ahora recuerdo, hace tiempo
dijo que le gustaría tener unos dientes bien
largos y afilados, para ver si así podía darle
un mordisco a la pasta que cada semana le
traían al alcalde.
PETRA.– ¡Pero si él no tiene ninguna
relación con el alcalde!
LEONCIO.– De
momento. “Pero te diré
un secreto que nadie
sabe” pronto entrará a
trabajar en el
ayuntamiento.
PETRA.– ¿Tú, cómo lo
sabes…?
LEONCIO.– Se le
escapó un día a su
primo, el Inocencio. Sin
darse cuenta dijo:” Mi primo Jacinto tiene
muy buena boca, y con los dientes nuevos es
capaz de sacar un clavo ardiendo.”
PETRA.– Pues digo yo, si ahora empieza la
moda de los dientes largos….
¿Por qué no ponemos nosotros una granja de
ratas? Montamos una clínica dental y nos
hacemos ricos en cuatro días.
LEONCIO.– No mujer. Mejor seguir llevando
las ratas que pillemos en el garaje al dentista.
“Él nos compra todos los dientes”… “Así,
todo es ganancia”… Las ratas se crían libres,
no tenemos gasto y encima son ecológicas.
PETRA.– Llevas razón cariño…nunca hubiera
pensado que fueras tan inteligente…