Avanzo lenta, alternativamente, por la doble avenida de tus muslos abiertos. Inminente se anuncia mi llegada. Me convida tu propia invitación, y estremecida, qué largo te parece el momento tan breve de la espera. Tu ruta se humedece, mi ritmo se acelera, tú, mi enramada, yo, tu enredadera.
Brevería Nº 1604
Soterrado manantial
Cabeza entre ambos muslos, convergencia de dos ríos en una sola fuente; sedienta está la boca, y en la mente los conceptos olvidan su elocuencia.
Quien ha llegado aquí sin resistencia por sendero de acción irreverente, ni se rinde al pudor, ni se arrepiente, desplazando el ardor a la inocencia.
Siempre en voracidad, y con la audacia de quien invita, acepta y no se sacia con cada nuevo ruego, nueva oferta.
Manantial soterrado, reventando espumoso en los labios, conjurando dormida rosa que febril despierta.
Que la vida no vaya más allá de tus brazos. Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos, que tus brazos me ciñan entera y temblorosa sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra...
Que me sean tus brazos horizonte y camino, camino breve y único horizonte de carne: que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...