¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar?
En sueños la marejada me tira del corazón; se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste acá?
Gimiendo por ver el mar, un marinerito en tierra iza al aire este lamento: ¡Ay mi blusa marinera; siempre me la inflaba el viento al divisar la escollera!
Solo habrá una regla, sentir lo que se escribe, mostrar los sentimientos, mostrar el corazón en nuestras palabras, con o sin rima, con o sin métrica, con o sin estrofa, solo vale el sentimiento.