Molino colorado: remota rueda
laboriosa en el viento, honor de nuestra casa, porque a las otras iba
el río bajo la campanita del aguatero.
Sótano circular de la base que hacías vertiginoso el jardín, daba miedo entrever por una hendija tu calabozo de agua sutil.
Jardín, frente a la verja cumplieron sus caminos los sufridos carreros y el charro carnaval aturdió con insolentes murgas.
El almacén, padrino del malevo, dominaba la esquina; pero tenias cañaverales para hacer lanzas y gorriones para la oración.
El sueño de tus árboles y el
mío todavía en la noche se confunden y la devastación de la urraca dejó
un antiguo miedo en mi sangre.
Tus contadas varas de fondo se nos volvieron geografía; un alto era la montaña de tierra y una temeridad su declive.
Jardín, yo cortaré mi oración para seguir siempre acordándome: voluntad o azar de dar sombra fueron tus árboles.
Jorge Luis Borges