Me
llamaron para visitar a un joven que hacía un año había tenido un grave
accidente. No salía de su casa y es por ello que yo me acerqué a verlo.
Me
esperaba en su sala de estar, una casa espaciosa, con un bien cuidado
jardín a la entrada. El silencio que allí reinaba era sepulcral. Nadie
hablaba. La luz entraba tenue por entre las cortinas que, entreabiertas,
daban la visión de otro jardín, enorme, con árboles y flores, con
piscina y una cancha de tenis bien cuidada. En medio de la sala un joven
fortachón, pelo largo, ojos apagados, sentado en una silla de ruedas,
me miró. Intentó sonreír, pero no pudo.
"Juan -me dijo- ¿para
qué mi colegio, mi universidad, mis inicios de postgrado en
Inglaterra?¿Para qué mis clases de fútbol, de ajedrez? Nunca me
prepararon para caerme de una moto y quedar inválido. Mis padres me
decían: "Tenemos un hijo que va a ser nuestro orgullo. Tú serás el
continuador de mi imperio y tú serás temido entre mis competidores,
porque yo te estoy preparando para ser un triunfador" Tenía todo...me
faltaba una moto, también la tuve. La mejor: 750 centímetros cúbicos.
¡Una bala! Tuve la moto y con ello lo creí tener todo...Nunca tuve a
Dios. No lo necesitaba. No estaba en mis planes ni en los planes de mi
padre. Nuestra ruta era la del triunfo, no quedaba de camino Dios.
Un
día había llovido toda la noche. La pista estaba mojada. Yo quise
arriesgar y vivir el límite de mis posibilidades, pero la moto rodó por
el asfalto y yo me golpeé contra el suelo. Mi columna se partió en cien
pedazos. Meses de hospital, recuperaciones, futuro incierto. Nunca me
prepararon para esto. Se olvidaron y me olvidé de mi alma.
Díselo tú a la gente. A mí no me van a creer. Simplemente descríbeme y mi imagen es la más clara necesidad de Dios.
Para
ser un triunfador en la vida, hay que empezar, seguir y terminar en
Dios. Sólo así, con un espíritu fortalecido en la fe, podrás sentirte un
hombre triunfador.
Quise contarte retazos de un cuadro de la
vida. Amigo lector, tú serás ahora quien le dé color, luz e imagen. Las
fuerzas están en tus manos. De ellas sacarás la imagen que tú quieras y
que, por supuesto, más necesites.
Uno hace una casa para que
cuando llueva no nos mojemos. Hacemos una casa para construir un hogar
y, cuando llueva, si llegara a llover, tendremos dónde resguardarnos.
Uno no tiene a Dios en su alma para cuando tengas un accidente, o tengas
un cáncer, o te despidan del trabajo...No. Tienes a Dios para ser feliz
y, si te pasa algo, Él te resguarda del peligro.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Que Dios nos bendiga!
de la red
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