
Como siempre se ha dicho: Para ser buenos padres se necesitan grandes dosis de paciencia, mucha serenidad y poner nuestras prioridades en orden.
Tener serenidad es fundamental, debemos ser capaces de controlarnos ante situaciones de adversidad o frustración, y mejor aún si es con una sonrisa en los labios.
En los momentos que los niños nos sacan de quicio, un buen consejo sería respirar bien hondo y recordar siempre que la serenidad y la firmeza serán siempre nuestras grandes aliadas.
Todo esto impedirá que nos vengamos abajo en los momentos difíciles y nos ayudará a ver las cosas con mayor claridad.
Hay que tener claro, que no se puede cambiar el carácter de nuestros hijos.
Lo que sí podemos es reconducirlo en la medida de lo posible hasta que adquieran la madurez necesaria.
Si somos capaces de ser padres serenos, será más fácil que nuestros hijos crezcan maduros y felices, pues seremos para ellos un modelo a seguir, para bien o para mal.
Todos los padres suelen perder la paciencia alguna vez, aunque los más propensos para ello son aquellos que sufren dificultades laborales o domésticas.
Los diversos tipos de impaciencia, como pegar una cachetada, no enseña al niño; debemos escucharlo, interesarnos por sus actividades escolares o extraescolares,no justificar permanentemente nuestra falta de tiempo.
Hay que evitar situaciones en que descalificamos a nuestros hijos, y recordar siempre que lo que hay que castigar es la actitud, y no la persona. Uno debe decir “¡que idiotez que hiciste!” , y no ¡”que idiota que sos!”. Debemos siempre reforzar su autoestima.
Recuerda siempre tratar a tu hijo con respeto, el mismo que le exiges a él hacia ti. Ellos serán el reflejo de tus actitudes.
Agrego:
Los niños nos imitan





JUANITA