Los grandes nombres son irresistibles. Por eso ni los hombres han querido renunciar a los grandes nombres femeninos (el caso más singular es el de María, que forma parte de nombres masculinos compuestos), ni las mujeres se han resignado a prescindir de los grandes nombres masculinos. Uno de ellos es el de Cristo. La forma femenina Cristina se ha convertido en un nombre con mucha fuerza. Del griego criw (jrío), que significa ungir, se forma cristoV (jristós), que significa "el ungido". La unción era el rito de consagración de los reyes. Decir de alguien que era "el ungido", significaba que había llegado a lo más alto, y que contaba con la protección de Dios. Llamarse Cristina, "la ungida", es proclamar que se ha sido elegida y consagrada para grandes cosas. Ése es el significado del nombre. Un nombre cargado de promesas.
Celebran las Cristinas su onomástica el 24 de julio, en que se conmemora también la muerte de santa Cristina la Admirable (1150-1224). Cuenta la tradición que cuando murió por primera vez, se levantó del ataúd durante el funeral, diciendo que la devolvía Dios al mundo para rezar por las ánimas del purgatorio.
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