Alguien un día recogió la mies que sólo había para ti granado; y tú, Rut de mis páramos, después espigaste en el campo abandonado. Una por una, dos a dos, o a tres, cada espiga era un sueño aún no soñado, y hoy vengo, espigadora cenicienta, a implorar cada sueño que en ti alienta.
Brevería Nº 1232
Vengo
Vengo hacia ti como la luna llena, de tantas fases y rodar cansado; vengo, torrente exhausto, apaciguado, que por ti sólo su ímpetu refrena.;
vengo, león que agita su melena y se acuesta pacífico a tu lado; vengo, marea blanquiazul, lanzado sobre el regazo suave de tu arena.
Vengo de cien caminos y vertientes, alma y cuerpo agotados y dolientes de los injustos golpes de la vida.
Vengo sin pretensión, sin ambiciones, con una alforja llena de canciones, y ninguna es canción de despedida.