Los grandes nombres están cargados de una energía que nunca se pierde, sino que se transforma.
Es el caso de Dionisio, que procede del dios griego del mismo nombre, un dios solar de primer
orden, no sólo con cultos y mitos propios, sino también con doctrinas que llegaron a constituir
todo un movimiento religioso de gran alcance, que dejó el terreno abonado para la gran revolución
religiosa y humana que representó el cristianismo.
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