Huele el huerto a tomillo
a espliego y hierbabuena
algunas tardes.
Huele a tierra en sazón recién labrada
y este aroma que el viento me regala
hurga en el desván de la memoria
levantando una leve polvareda.
Y me vienen de pronto
el rumor de las tardes huídas
el silencio nocturno de entonces
el olor a esperanza
y aquellas hermosas locuras
que el tiempo no devuelve
aunque anochezcan los tomillos
y yo siga
contando los luceros hasta el alba.