Ya no quedan hechizos de luna llena, se acabaron las pociones mágicas, ya no sirven los rezos ni las lágrimas ni hay deseos que te hagan regresar.
Aceptando mi destino con entereza, maldiciendo esta mi suerte, me resigno hoy a perderte... ¡Sé que nunca volverás!
Me resigno estrenando estrategia, si tanto anhelo no ha servido, quizás a través de este olvido regreses a mí algún día.
Si regresas o no, a mí, algún día, ya resulta anecdótico, indiferente... Este sentimiento ha calado profundamente: ¡Imposible no extrañarte! ¡Imposible dejar de amarte... de esta dulce manera... así!
(Fabián Ruiz)
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