Juanita
DEPRIMIRSE EN NAVIDAD
Existen varias razones por las que la Navidad es una época no sólo poco deseada para algunos, sino también algo temida y evitada:
Podemos llevar una vida tranquila, conscientes de que tenemos todo lo que hemos deseado pero, sin saber porqué, caer en una depresión cuando llegan estas fiestas.
La mayoría de las veces esto ocurre porque irrumpen en nuestra mente recuerdos de Navidades anteriores que fueron muy dolorosas para nosotros: una enfermedad, la pérdida de algún ser querido, un problema familiar, etc.
El hecho de revivir estos recuerdos hace que volvamos a experimentar las mismas emociones que sufrimos en su momento, y que en algunos casos sobrevengan las depresiones.
La Navidad es una época en la que inevitablemente recordamos con más anhelo a nuestros seres queridos que en su momento estuvieron con nosotros y ahora no están, su ausencia se nota más, y por consiguiente el vacío que se siente es mucho mayor.
Son unas fechas que nos remontan a Navidades pasadas en las que para nosotros los problemas no existían. ¿Quién no se acuerda de su infancia? Los niños son los que verdaderamente disfrutan de estas fechas, aunque lamentablemente en algunos casos no sea así.
También es cierto, que las experiencias que hayamos tenido en Navidades anteriores van a influir en la forma de vivir la Navidad actual. Si en nuestro pasado hemos vivido Navidades tristes, es posible que las recordemos e inconscientemente las revivamos.
Todos esperamos y tenemos la expectativa de que en Navidad todo el mundo es feliz, y creemos que nosotros, a pesar de todo, también lo seremos.
El entorno y ambiente nos dice que así será, es como si se nos impusiera ser felices a pesar de todo. Pero, cuando llega el momento nos damos cuenta de que todo sigue igual, los problemas continúan, las preocupaciones no desaparecen, y parece que lo único que cambia es la decoración, la comida, la ropa...
Como remediarlo?
Expectativas. No esperes la Navidad como la época en la que vas a ser feliz pase lo pase. Recíbela sin esperar grandes acontecimientos, sino como una fiesta más.
Evita el estrés. Evita el agotamiento mental que producen las compras, la comida, los regalos, las visitas, etc. Trata de vivirlo relajadamente y sin agobios.
¿La Navidad es la solución? No pretendas que la Navidad solucione tus problemas emocionales y llene los vacíos afectivos que hay en tu interior. Muchas veces nos quejamos de que nuestra vida está vacía, que no nos ocurre nada importante que le de otro rumbo y nos ayude a ser más felices.
Esto suele ocurrir porque tenemos poca capacidad para ilusionarnos, porque hacemos depender nuestra felicidad de grandes acontecimientos externos, y nos olvidamos que la felicidad está en nuestro interior y que se va enriqueciendo de las cosas pequeñas de cada día.
Revisar nuestro interior. Echar un vistazo a nuestro interior nos ayudará, por un lado a descubrir aquello que ya es sólo pasado y que por lo tanto es hora de dejar marchar, y por otro, a conocer las conductas que nos limitan y que nos impiden cambiar el rumbo de nuestra vida. Para ello, debemos evitar que los pensamientos derrotistas y negativos aparezcan y sustituirlos por sentimientos de carácter positivo.
Enfrentarnos a lo que nos preocupa. Es muy importante que nos enfrentemos a aquello que nos preocupa, minimizar los problemas, ser realista y procurar adquirir cierta perspectiva de los acontecimientos. Para ello es muy útil tomarse las cosas con calma, relativizar los problemas y aprender a disfrutar de los pequeños momentos de los que está hecha la vida.
Vive el día a día. Intenta disfrutar del día a día y no te obsesiones con ser feliz. Intenta que nada te absorba o preocupe tanto que te haga perder el equilibrio interior. Sé agradecida/o. Procura ser agradecido con lo que te ofrece la vida. La mayoría de las veces valoramos más lo que no poseemos que aquello que hemos logrado tener.