México.- De uso sagrado para los pueblos prehispánicos de México, la Flor de Nochebuena (Cuetlaxóchitl) es ahora uno de los símbolos más representativos y hermosos de la Navidad, ganando con sus colores valor universal por el mensaje de paz al que remiten.
Gracias a sus tonos originales rojo y verde, la flor se ha convertido en parte indisoluble de la decoración de las festividades decembrinas, lo que se nota en estas fechas, cuando los adornos van más allá del arbolito, luces, esferas y otros detalles para rematar con ella.
El adorno más llamativo de esta temporada es originario de México y su nombre náhuatl es Cuetlaxóchitl, que significa "flor de pétalos resistentes como el cuero". Para los aztecas simbolizaba la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al Sol para renovar sus fuerzas.
Las culturas mesoamericanas, que amaban la naturaleza y en especial las flores, usaban esta planta para decorar y alabar a sus dioses, además de que llegó a ser un símbolo de "nueva vida" para los guerreros muertos en batalla, pues se decía que éstos regresaban a la Tierra en forma de colibríes a libar la miel de la flor.
También significaba la pureza de la sangre sacrificada al astro rey para renovar su fuerza creadora, que haría que el universo entero siguiera su marcha, y los sacerdotes la contemplaban antes de sus ceremonias.
Para muchas culturas, el color rojo ha sido referencia de la renovación de la vida y del renacimiento del Sol durante el Solsticio de Invierno. Entre los pueblos mesoamericanos, particularmente los nahuas, el cultivo de plantas tenía gran importancia y prueba de ello son los espléndidos jardines botánicos de Oaxtepec y Chapultepec, que maravillaron a los españoles.
Durante la época de la Colonia (1521-1821), cuando los frailes evangelizaron a los indios, empezó a ser utilizada la flor roja y verde para decorar los nacimientos en las iglesias y conventos, dándoles un gran colorido y belleza.
Así, los españoles le dieron el nombre de Flor de Nochebuena, porque normalmente florece en el mes de diciembre, a partir de lo cual empezó a ser usada como símbolo de las fiestas navideñas en el mundo entero.
Otros historiadores afirman que este fruto se empezó a usar en las fiestas de la temporada en el siglo XVII, en Taxco, Guerrero, donde un grupo franciscanos las recolectó en campos donde crecía en forma silvestre para enmarcar una procesión conmemorativa de la Natividad, llamada Fiesta del Santo Pesebre, con lo que iniciaron una tradicion en la localidad.
Desde el siglo XIX, la Flor de Nochebuena formó parte del ornato de los templos europeos en las fiestas navideñas y se sabe que la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, fue adornada con Cuetlaxóchitl la noche del 24 de diciembre de 1899, provocando la admiración de todos los visitantes por su belleza.
En 1834, los botánicos dieron a esta hermosa flor su nombre científico, la llamaron Euphorbia pulcherrima, y aunque suena un poco rimbombante la segunda palabra significa "la más bella".
Se dice que Joel R. Poinsett, quien fue embajador de Estados Unidos en México de 1825 a 1829, tuvo predilección por esa planta, a grado tal que le dio el nombre de Poinsetita, como se le conoce en la unión americana y en diversos países de Europa, a donde dicho diplomático la envió.
Poinsett, quien era botánico de profesión, admiró tanto esa planta que llevó algunas a su hogar, en Charlestonville, Carolina del Sur, donde la cultivó, propagó en su invernadero y obsequió a sus amistades. Desde entonces, la Flor de Nochebuena se conoce en inglés por el nombre de quien la difundió en el país vecino del norte.
El origen del nombre en castellano ha motivado diversas leyendas, una de las cuales cuenta que una niña mexicana de escasos recursos económicos lloraba en Nochebuena camino a la iglesia porque no tenía regalo alguno para dejar en el altar de la Virgen María y del Niño Jesús.
Un ángel se le apareció repentinamente y le dijo que reuniera maleza a lo largo del camino. Cuando la pequeña puso la ofrenda al pie del altar, brotaron de cada rama las bellas flores rojas de la Nochebuena.
Lo real es que dicha flor es acogida por la humanidad cada año en sus hogares y se le ha dado la misión de llevar belleza, amor, sabiduría y armonía a todos los rincones de la Tierra.
Y es que otra leyenda narra que cuando Dios creó la naturaleza en la Tierra pidió a las plantas que tuvieran sus mejores flores para entregar al mundo y que cada una seleccionara las estaciones del año para su nacimiento. También les demandó que siempre dieran a todo aquel que las tomara en sus manos y en su vida, lo mejor de ellas: belleza, amor, armonía y sabiduría.
tomado de la red