Te esperé, te esperé toda la noche
escondida entre pensamientos y sombras.
Te esperé dudando, siempre dudando
de la posibilidad de verte llegar.
Esperaba hecha un ovillo en mi sillón,
callada, todo en silencio para escucharte entrar.
No deje que cantara el coquí y mucho menos el grillo,
silencio, silencio…Todo era silencio.
Tu voz debía sonar clara, diáfana, amorosa en mis oídos.
Te esperé, te esperé toda la noche
y al llegar el alba, cansada me recosté a tu lado sin saber…
¡Que allí estabas!
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