Silencio a gritos
El silencio de la gente se hace ver en sus miradas, es como el cansancio de caminar o
el agotamiento de seguir viviendo en un mundo de tinieblas.
Cada día observo el caminar de la gente muchas veces caminan sin saber donde van.
Algunas personas disfrutan el día, después de un largo andar lo terminan
con sonrisas que salen de la profundidad de sí mismas.
Somos como muchos, pero pocos somos los que terminamos el proceso
de nuestro andar, estamos ligados con unas vidas inciertas, pero
sin embargo seguimos con una lucha día a día.
Las pausas que nos ofrece la vida son nuestras propias reflexiones,
son nuestros sentidos que cada día Dios nos otorga.
Sin esa luz que iluminara nuestras almas, seriamos corazones sin esperanzas.
Lo que nos da esa gran confianza es la fe, que nos hace mantenernos vivos cada día.
Muchas veces terminamos nosotros mismos con lo que tanto nos costo,
muchas veces somos nosotros los culpables de quienes nos rodean sufran
con la intranquilidad del llanto; pero entre pocas veces somos nosotros
los que hacemos felices a muchos que están faltos de amor.
El tiempo pareciera el latir de nuestro corazón, es como la incesante espera
de que avance será porque es el representante de nuestra vida.
Se compara con la espera de los enfermos, no aquella espera es la espera
del mañana en que si llegará o ¿no?, están confusos, interrogantes de lo que sucede
y muy inquietos de la tranquilidad del momento sólo con el latir de sus corazones
los calma y la sonrisa de algún pequeño los alegra.
Y aún así los enfermos son los que más sufren con el tiempo, porque cada día
que pasa es como el primero para ellos, nada comienza sino que todo termina
con lo que a ellos les pasa.
El sufrimiento les persigue, la enfermedad los agobia y la alegría los calma,
el sol lo distinguen solamente cuando alegran sus instantes, con un poco
de néctar de cariño, si sólo se le diera un instante de atención a aquel que
lo necesitase seriamos un poquito más felices.
Comprender lo que muchos callamos y así poder brindar ayuda a aquel
que no se permite expresarse.