El plástico es un material que el planeta no puede digerir.
El plástico tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente,
hasta 1.000 años según el tipo de plástico. Utilizar masivamente un material tan duradero
para objetos desechables es un error de consecuencias catastróficas a nivel global.
Los plásticos que entran en contacto con los alimentos envenenan a los seres humanos.
Algunos de los aditivos tóxicos del plástico, como el potente disruptor endocrino bisfenol A,
contaminan la sangre de más del 90% de la población, incluidos los niños recién nacidos.
El plástico en el medio ambiente se va fragmentando en trocitos cada vez más diminutos
que atraen y acumulan sustancias tóxicas.
Estos fragmentos no biodegradables contaminan ya todos los mares
y costas del planeta y están presentes en prácticamente todos los ecosistemas.
Los fragmentos de plástico son ingeridos por animales,
incluso por seres microscópicos como el plancton, contaminando la cadena alimentaria
de la que dependemos.
El “reciclaje” de los plásticos es un fracaso y no es una solución sostenible.
La gran mayoría de los desechos plásticos recogidos “para reciclar”
en realidad son exportados a países pobres, incinerados, convertidos en objetos no reciclables,
o arrojados directamente al vertedero.
La verdadera solución es rechazar el plástico de usar y tirar.
La contaminación por plásticos no es un problema de gestión de residuos, sino de mal diseño.
La solución es ponerle fin a nuestra adición a los plásticos de usar y tirar.
El mal llamado “reciclaje” de plásticos no funciona, y los mal llamados “plásticos ecológicos”
crean tantos problemas como los que resuelven.