Pasas entre mis dedos cual gota de lluvia, dejando huellas indelebles en mi cuerpo y alma, he intentado de mil maneras detener tus pasos acelerados, cual gacela en busca de su salvación, otras he procurado acelerar tus castigos como un reo en espera de libertad.
He intentado verte al revés buscando encontrar tu génesis, subo a lo alto del más allá tratando de ver tu final, te veo a los ojos suplicándote piedad, pero tú, en tu pedestal inmutado cual Dios pagano sólo te ríes de mi mal.
Indolente Juez, que no escatimas en dar final a la lozanía del ser, calculador ermitaño que te jactas de no compartir con nadie y no esperar a nadie.
¿Quién te domina?, ¿Quién te alcanza?, ¿Dónde es tu morada? vagas por el universo como si fuese su dueño, minas la vida como si fueses Dios. Sólo tú puedes hablar del ayer, del hoy y del mañana a tu conveniencia.
Oh ¡Grandísimo soberbio, cruel, hasta donde llega tu ceguera que gozas desesperando al vivo sometiéndole a tu esclavitud lenta y acelerada de recuerdos, sólo para darle placer a tu morboso pensamiento.
D/R