Sábado 25, Junio 2016:
Sábado de
la duodécima semana del tiempo ordinario
San Guillermo Vercelli
Leer el comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II: «Él soportó nuestros sufrimientos y asumió nuestros
dolores»
Lamentaciones 2,2.10-14.18-19.
El Señor devoró sin piedad todas las moradas de
Jacob; derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá; echó por
tierra y profanó el reino y sus príncipes. Guímel
Están sentados en el suelo, silenciosos, los ancianos de la hija de Sión; se
han cubierto la cabeza de polvo, se han vestido con un sayal. Dejan caer su
cabeza hasta el suelo las vírgenes de Jerusalén. Caf
Mis ojos se deshacen en llanto, me hierven las entrañas; mi bilis se derrama en
la tierra por el desastre de la hija de mi pueblo, mientras desfallecen sus
niños y pequeños en las plazas de la ciudad. Lámed
Ellos preguntan a sus madres: "¿Dónde hay pan y vino?", mientras caen
desfallecidos como heridos de muerte en las plazas de la ciudad, exhalando su
espíritu en el regazo de sus madres. Mem
¿A quién podré compararte? ¿A quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién
te igualaré, para poder consolarte, virgen hija de Jerusalén? Porque tu
desastre es inmenso como el mar: ¿quién te sanará? Nun
Tus profetas te transmitieron visiones falsas e ilusorias. No revelaron tu
culpa a fin de cambiar tu suerte, sino que te hicieron vaticinios falsos y
engañosos. Sámec
¡Invoca al Señor de corazón, gime, hija de Sión! ¡Deja correr tus lágrimas a
raudales, de día y de noche: no te concedas descanso, que no repose la pupila
de tus ojos! Cof
¡Levántate, y grita durante la noche, cuando comienza la ronda! ¡Derrama tu
corazón como agua ante el rostro del Señor ! ¡Eleva tus manos hacia él, por la
vida de tus niños pequeños, que desfallecen de hambre en todas las esquinas!
Res
Salmo 74(73),1-2.3-5.7.20-21.
¿Por qué, Señor, nos rechazaste para siempre
y arde tu indignación
contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate del pueblo que adquiriste
en otro tiempo,
de la tribu que rescataste
para convertirla en tu herencia;
acuérdate de Sión, donde pusiste tu Morada.
Vuelve tus pasos hacia esta ruina completa:
todo lo destruyó el enemigo en el Santuario.
Rugieron tus adversarios
en el lugar de tu asamblea,
pusieron como señales sus propios estandartes.
Lo derribaron todo con el hacha como leñadores en el bosque;
prendieron fuego a tu Santuario,
profanaron, hasta arrasarla,
la Morada de tu Nombre.
Ten presente tu alianza,
porque todos los rincones del país
están repletos de violencia.
Que el débil no retroceda lleno de confusión,
que el pobre y el oprimido alaben tu Nombre.
Mateo 8,5-17.
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión,
rogándole":
"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre
terriblemente".
Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi
casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los
soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y
cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro
que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a
la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos".
en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas,
donde habrá llantos y rechinar de dientes".
Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el
sirviente se curó en ese mismo momento.
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con
fiebre.
Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a
los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó
nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Mensaje a los pobres, enfermos y a todos los que sufren del Miércoles 8/12/
1965 (© Copyright Librería Editrice Vaticana)
«Él
soportó nuestros sufrimientos y asumió nuestros dolores»
Para todos
vosotros, hermanos que sufrís, visitados por el dolor en sus diferentes modos,
el Concilio tiene un mensaje muy especial. Siente vuestros ojos fijos sobre él,
brillantes por la fiebre o abatidos por la fatiga; miradas interrogantes que
buscan en vano el porqué del sufrimiento humano y que se preguntan ansiosamente
cuándo y de dónde vendrá el consuelo. Hermanos muy queridos: nosotros sentimos
profundamente en nuestros corazones de padres y pastores vuestros gemidos y
lamentos. Y nuestra pena aumenta al pensar que no está en nuestro poder el
concederos la salud corporal, ni tampoco la disminución de vuestros dolores
físicos, que médicos, enfermeros y todos los que se consagran a los enfermos se
esfuerzan en aliviar.
Pero tenemos una cosa más profunda y más preciosa que ofreceros, la única
verdad capaz de responder al misterio del sufrimiento y de daros un alivio sin
engaño: la fe y la unión al Varón de dolores, a Cristo, Hijo de Dios,
crucificado por nuestros pecados y nuestra salvación. Cristo no suprimió el
sufrimiento y, al mismo tiempo, ni quiso desvelarnos enteramente el misterio,
El lo tomó sobre sí y eso es bastante para que nosotros comprendamos todo su
valor.
¡Oh vosotros, que sentís más el peso de la cruz! Vosotros, que sois pobres y
desamparados, los que lloráis, los perseguidos por la justicia; vosotros, los
pacientes desconocidos, tened ánimo; vosotros sois los preferidos del reino de
Dios, el reino de la esperanza, de la bondad y de la vida; vosotros sois los
hermanos de Cristo paciente y con El, si queréis, salváis al mundo.
He aquí la ciencia cristiana del dolor, la única que da la paz. Sabed que
vosotros no estáis solos, ni separados, ni abandonados, ni inútiles; vosotros
sois los llamados de Cristo, su viviente y transparente imagen.
DE LA RED
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V