A MI AMIGO EL ÁRBOL
Oh, mi amigo árbol,
porqué tú y yo
nos parecemos tanto?
Tú de pie enhiesto
tocando el cielo,
entre montañas,
páramo, centella,
e intrincada maraña.
Rodeado de todos
y por encima de todo,
como un tibio sol
de media noche
o la luna más bella
en cielo sin estrellas.
Yo empedernido
solitario, triste
e ignorado
entre los míos,
pendiente
de tanta gente,
luchando
con las angustias
de mi mente
y mi alma irreverente.
Ojos fijos al suelo,
cansados en vano
de tanto mirar al cielo.
Quisieras abrazar
al ser más cercano,
sentir la estrechez
de su esbelto talle
latiendo junto al tuyo,
abrazarla, besarla,
desnudarla,
ponerla a volar
y amarla sin mellar
preocupación alguna,
ni dejar nada al azar.
El silbido del viento
musical armoniza
con sus bemoles,
acordes y matices,
cual dulces notas
de un afinado violín
en manos virtuosas.
Tus verdes ramas
se acompasan
con el canto sonoro
de aves canoras
y entre el silente santuario
se oye una perfecta
sinfonía de Chopin,
una sonata de Beethoven,
o quién sabe si quizá
el concierto de Aranjuez.
Tú aromatizas
el ambiente
con la esencia
de tu ser,
y acaricias
con la lozanía
de tus ramas.
Yo acaricio el alma
de una musa
con mis versos,
embeleso con mis cantares,
y vislumbro
con mis letanías.
También yo
entre los míos,
soy un ser solitario,
canto una canción
fúnebre de amor,
en el más absurdo
anonimato,
y en el más completo
y absoluto silencio.
El viento viene y va
y a voluntad
mece tu copa,
caprichos del azar,
como un péndulo
te mece,
como un lastre
que entorpece.
Y yo, ... mi vida,
mi trajinar,
de aquí para allá
de allá para acá.
Muchas veces
olvidando quién soy,
de dónde vengo,
y hacia dónde voy;
no sé de dónde vengo
ni hacia dónde voy.
Tú y yo amigo mío,
nos parecemos tanto,
por eso le he pedido
al cielo,
que el día que alguien
te tale o de pie
ya viejo mueras,
tus maderos sean
los que me amortajen
y lleven mi enjuto cuerpo
a mi última morada.
Hace tres años
estuve aquí,
y tú lucías
espléndido
y rozagante.
En tus ramas
colgaban nidos
de los paúcares
y el viento danzaba
un bellísimo
y nuevo vals contigo.
Por circunstancias
de la vida,
hoy regresé hasta aquí,
a Malvinas,
y presto fui para descansar
bajo tu copa,
encontrando tan sólo
un solaz.
Tú ya no estabas ahí,
yo aturdido, apenado
y tras un suspiro
hondo y prolongado,
con tristeza te vi allí
en el piso tendido,
en pleno estado
de descomposición.
Sentí desgarrarse
y partirse en dos
el alma mía
y mi sensible corazón,
entonces comprendí
que la efímera vida
para algunos
no vale nada,
y que polvo eres
y polvo seguirás siendo
en la tierra
que te vio nacer.
Nadie te quiso,
me hubiese gustado
verte lucir en una casa,
en un fino mueble
o en una sencilla cruz
en mi sepulcro.
Nadie te quiso,
nadie te conservó.
No hay brotes,
ni retoños,
te sacaron de raíz,
con motosierra.
¿Será que para ti
allí todo terminó?
En este devenir
de mi pensamiento,
vi un pájaro
con un fruto en su pico,
entonces entendí
que otrora aquellos
tiempos gloriosos,
los que anidaron
en tus ramas,
de tus frutos se alimentaron
y muy lejos en el viaje
de las semillas,
por el inmenso
océano verde
se esparecieron.
Tu seguirás
viviendo allí, allá,...
y aquí en mi corazón.
Oh, mi viejo amigo,
tan sólo estás dormido
y me has adelantado
en la partida,
quizá y solo Dios sabe
si tal vez un día,
por algún lugar,
perdido en la vastedad
y espesura de esta selva,
entre tus vástagos
la tierra me absorberá
y con mis huesos ocultos
entre la tupida maraña,
nadie me hallará.