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General: EL ESCONDITE"
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: nania2  (Mensaje original) Enviado: 07/09/2016 08:58

El escondite

      Esa mañana estaba siendo muy ajetreada, íbamos de un lado a otro de la casa con cierta urgencia, buscando esto, lo otro, era una cosa que siempre me había puesto de mal humor, definitivamente odiaba ir de boda y este era uno de esos días, mi hermano Arturo se casaba y tan solo faltaba una hora para que llegásemos a la iglesia.

La ceremonia fue radiante, la novia estaba espléndida, como siempre una cantidad inmensa de familiares me preguntaban por esto o lo otro sin sentido alguno, solo por cumplir.

Por fín llegamos al restaurante, era el único lugar donde mi semblante cambiaba, por que negarlo, me gusta comer bien y el menú que había elegido Arturo era de los buenos. A mi derecha la tía Carmen narraba una de sus interminables historias sobre la Catedral de Burgos, no en vano había escrito dos libros sobre sus mitos y leyendas ocultos, a mi derecha Rocío mi mujer, charlaba en amena conversación con su hermana Luisa y yo como casi siempre me quedaba en medio sonriendo a uno y a otro lado pero no escuchando ninguna delas tediosas conversaciones.

Enfrente, casi no me había dado cuenta, estaba sentada Cristina, de pequeños habíamos jugado mucho en el pueblo, como todos los primos el lazo de unión era casi fraternal ya que habíamos crecido juntos y compartíamos cientos de secretos, como el día que sin querer habíamos prendido fuego al campo de trigo del tío Gerardo o esas tardes de invierno en las que jugando al escondite habíamos coincidido en el mismo oscuro y estrecho lugar en el que queriendo nos rozábamos aquí o allá descubriendo como nuestros cuerpos iban cambiando, ella más lanzada pasaba su mano por mi pantalón y al sentir que mi pene crecía, se reía y salía corriendo en busca de la meta para ganar el juego...

-. Así que Juan, vais a tener vuestro primer hijo? (me sacó del sueño Cristina).

-. Si, será dentro de unos dos meses, Rocio lo lleva muy bien.

-. Si ya se la ve, que envidia me dais.

-. Pues nada anímate y dile a Carlos que se ponga manos a la obra.

Los dos reímos en una risa contagiosa, los que estaban a nuestro alrededor nos miraron y sonrieron, continuando con su charla cada uno, ella igual que yo nos habíamos quedado en medio de las conversaciones, a ninguno de los dos parece que nos hacían gracia las mismas. Carlos el marido de Cristina proclamaba a sus interlocutores la victoria una vez más de su equipo de fútbol.

-. En el pueblo me lo pasaba mejor que en estas reuniones.

-. Lo mismo me pasaba a mi Cristina.

Cristina no era una belleza de revista, pero tenía ese atractivo de las mujeres de 30 años que las hacen que todos se las queden mirando con cierta envidia y deseo, el vestido que se había puesto mostraba un generoso escote que realzaba en cada inspiración de sus pulmones, marcándosele dos pezones de apetecible aspecto, cuando ella inspiraba yo dirigía mi vista a ese espectáculo y eso a ella me daba la impresión que la gustaba, como a todas las mujeres las gustaba sentirse miradas y aún más saberse deseadas.

-.¿ Te acuerdas de los juegos de pequeños en el pueblo?

-. No mucho, ( mentí yo)

-. ¿No te acuerdas que jugábamos al escondite?

-. Si, nos gustaba a todos ese juego

-. Sobre todo a mi ( me guiñó un ojo)

-. Aunque no lo recuerdo mucho.( de nuevo mentí)

Cristina cruzó sus pies debajo de la mesa, dejando caer uno de sus zapatos de tacón, alargó su bien formada pierna derecha y comenzó a subir el pie desde mi espinilla, pasó por la rodilla izquierda, describió varios círculos en mi muslo izquierdo y lentamente buscó el centro de mis pantalones donde presionó con sus dedos hasta que notó que mi pene reaccionaba igual que en el juego del escondite...Ninguno de los dos hablábamos, ambos partíamos el exquisito rape saboreándolo en nuestro paladar. Cristina recorría sus labios con su lengua antes de comerse el trozo de pescado, en esta ocasión no había salido corriendo a salvarse y ganar el juego, por el contrario continuaba recorriendo con su pié el contorno de mi pene erecta.

Cristina se inclinó sobre Carlos diciéndole algo al oído, este sonrió mientras ella se levantaba de la mesa y se dirigía al lugar donde están los lavabos, yo la seguí con mi vista viendo como al doblar la columna de mármol se giraba y sacando levemente su lengua recorría sus bonitos y gruesos labios.

Me incliné a mi derecha y le dije a Rocío que tenía que ir al servicio, ella sonrió y continuo con su animada charla.

Llegue a los servicios mire las dos puertas, caballeros, señoras y me quedé parado no sabiendo en cual entrar.

-. No aprendiste a buscar el lugar mas oscuro y estrecho, me sorprendí al escuchar esas palabras a mi espalda, me giré y vi que salían de una puerta entreabierta en la que ponía lavandería, entré y ahí estaba ella, semisentada en un gran cesto de mimbre, separó sus piernas y con sus manos me atrajo a ella pegando nuestros cuerpos por nuestros sexos, mi erección fue instantánea, ella lo agradeció con un leve gemido...

Yo ansiaba ver sus pezones, así que baje su vestido por los hombros hasta ver su sujetador de encaje, en el que se marcaban cada vez más definidos esos fantásticos pezones, acerqué mis labios a ellos y los mordí sobre el sujetador. Cristina pasó sus manos por detrás y lo desabrochó, dos increíbles y bien moldeados pechos quedaron frente a mi, coronados por inmensos pezones sonrosados a los que rodee con mi lengua y mordí con los labios, mientras ella jugaba con mi cabeza acariciando mi pelo. Con sus manos fue desabrochándome el cinturón, los botones del pantalón, introdujo su mano en el boxer blanco y saco mi pene. Mientras le comía los pechos ella con su mano frotaba el pene.

-. Mátemela ya primito, en mear no se tarda tanto.

La levanté el vestido rojo, mientras acariciaba su culito terso, ella se bajó el tanga sacándoselo con los pies y acercando mi pene la penetre, estaba tan húmeda y tan deseosa de ella que se la metí entera comenzando a penetrarla como poseído, ella semisentada en el cesto levantaba dobladas sus piernas y las cruzaba en mi espalda para sentir chocar mis huevos en su culito, sus tetas libres bailaban en círculos, mientras nuestras lenguas se saboreaban. Cristina comenzó a gemir, sus gemidos eran audibles, así que puse mi mano en su boca, ella la mordió apretando sus dientes, mientras la llenaba con el blanco y cálido placer de mi orgasmo, ella al sentir que me corría aceleró sus movimientos de cintura, tembló, me mordió mas la mano y alcanzó el clímax de un orgasmo tantos años deseado.

Me besó en la boca, sujeto mi pene aun duro y bajando sus labios la beso, con su lengua la recorrió saboreando la prueba de mi placer, se la introdujo en su sensual boca, mientras subía y bajaba su cabeza. Mis dedos jugaban ahora con su pelo, de nuevo se había puesto muy dura, levante a Cristina, la giré para que me diera la espalda, ella se apoyó en el cesto de mimbre, levantó su maravilloso culito y separo sus piernas, la penetré de una vez, ella ladeando su cabeza me susurraba:

-. Mas, primo, dame más, follame

Sus gemidos eran enormes, ahora no podía taparla la boca, temía que entrase algún camarero y nos descubriera, aumenté el ritmo embates, ella aumentó el ritmo de sus gemidos y de nuevo llegamos ambos al orgasmo.

Nos colocamos la ropa lo mejor que pudimos, nos besamos y fuimos de nuevo al salón, al parecer no nos habían echado de menos, sonreímos, brindamos por los novios y al despedirnos por la noche, Cristina se acercó a mi y casi sin hablar me dijo:

-. Hacía muchos años que salía corriendo cuando algo se ponía interesante, prometo no hacerlo más.

Nos besamos en la cara como buenos primos, ella al hacerlo rozó con sus labios los míos.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: MachiV Enviado: 07/09/2016 22:03
CON TODO Y MI VEJEZ POR POCO "LLEGO". QUE CUENTAZO AMIGA.....YO CREI TENER OLVIDADO TODO ESO DESPUES DE LA IDA DE MI MARIDITO Y TU ME LO HAS RECORDADO. UFFFF, QUE VERGUENZA Y QUE CALOR!!!!
 
MACHI V


 
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