Humedezco de labios el adiós
y zarpo desde el puerto de tus ojos...
navegaré la inmensidad de tus sollozos.
Por la ventana en que esfumé
retornaré desde el horizonte de tus pómulos
para anclarme nuevamente en tus ojos.
Mientras dure mi travesía,
mudaré de regresos la melancolía,
espiando cada tanto el paso aletargado de los días.
Y si la pena de no verte
me abordara como a ti de sollozos,
buscaré donde puse tus caricias
y cada beso de tus labios rojos
para extrañarte nada más un poco.
Marcelo D. Ferrer