Cuando un poeta muere,
se lleva parte del cielo en sus letras,
muere el canto del ave de la inspiración,
los ojos de la ilusión cierran sus pestañas,
y el ambiente poético enmudece...
¡Se queda vacío el desván!
Cuando un poeta se va,
lloran lectores en sus poemas y en su lápida,
el sol ya no brilla igual,
la luna se apaga de a pocos,
la flor de su voz ya no canta,
se va, se va un alma blanca,
una voz de amor, justicia y libertad...
Cuando un poeta se va,
la pluma y el tintero hacen luto,
el cuerpo del poeta yace yerto.
¡Pero no su voz!
Su voz brilla en los confines del universo,
sus letras quedaron como huellas de su alma,
Su legado queda,
para la humanidad impreso.
¡Su luz siempre brillará¡
Un poeta se va,
a cielos de eternidad,
las cornetas lloran su partida,
la lira de Erato suena compungida,
las musas recogen sus vestidos y se van con él,
sus letras y su alma vuelan a las estrellas.
Adiós, adiós a los cantos de tu inspiración...
Cuando un poeta muere,
se lleva en su corazón,
el amor de sus lectores, los amigos,
y los olivos de la gloria.
Un poeta partió,
sus letras al cielo volaron,
los ángeles,
los ángeles en el cielo lo vitorearon.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú