Pan, follaje y arrugas
Una anciana rendida en su ocaso guarda en sus arrugas la luz de otras auroras. Nunca fue ni será tarde cuando la fe es suspiro, cuando las fuerzas reverdecen en los caminos del olvido, cuando el pan se convierte en bocado, y el follaje, con aroma a vida, bendice la espera. Ya podrá mecerse en el murmullo de la muerte convencida de que al final hubo razones para agradecerle al cielo la gracia inmerecida de sus largos años.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V