PUENTE ROMANO EN CORDOBA
A Córdoba
Córdoba de mis amores, sencilla y sultana, con el río Guadalquivir y tu Mezquita encantada, eres la perla más fina de mi Andalucía la llana.
Deja que cante tus glorias, esas tus glorias que ensalzan a toreros y cantores y a niñas con sal y gracia.
Eras flor en tiempo de los califas, reina tú, entre las reinas, de España a la que querías.
Abderramán y Almanzor, lucharon por conservarte, mientras, luchaba Fernando para poder consagrarte como moruna cristiana... ¡Cuantas lunas con estrellas, salieron y se pusieron contemplando la sangre que por ti caía en el suelo!
Te embellecieron los moros, pusieron en tus caderas muchas perlas y diamantes, terciopelo de oro y seda. En los reinos cristianos, a ti, lloraban con pena, porque la luna rajada-clara, se ponía en toas las puertas, que tú, Córdoba la llana guardabas con fuerza seria.
Los estandartes morunos, chocaron en las praderas con el signo del cristiano que te consagraba reina.
El tiempo dejó la sangre coagulada en gris de peñas. Almanzor dejó la vida, Abderramán las estrellas... Alegre y risueña tú, llorosa por dejar a los califas, que embellecieron tus tierras, entrastes a formar las filas de España cristiana y regia.
Tu sangre se transformó... Los moros se convirtieron en toreros y poetas, filósofos y cantores de esta Patria sencilla y seria.
Quedaban allí raíces, monumentos y recuerdos, que no olvidaron, ni olvidan el desvelo de los moros, por convertir tu corpiño, en lo mejor de su reino.
Córdoba la sencilla, la sultana con cara de pena, llora y ríe a la vez, porque ama con toda el alma a la luna, lunita clara y cascabelera.
¡No llores ciudad querida, la que se viste de blanco, de terciopelo y de seda, porque continúas siendo, la más elegante perla!
Autor desconocido.
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