AMADA MADRE DIVINA
Hoy he conocido la suspicacia y la sospecha humana.
Pueden ser duras saetas para el alma.
Pueden llegar a penetrar el corazón de una persona
y herirla mortalmente.
Tanto para quien la blande, como para quien la recibe,
son durezas y callos en el alma.
La sospecha es un velo difícil de destejer, pues su tejido
quiere parecerse a la verdad, ya que se basa en hechos
aparentes.
He reflexionado mucho sobre esa nueva experiencia
que me has enviado, Madre, y la considero
summate provechosa; ello me demuestra
que hasta que el ser humano no aprenda a confiar
totalmente, el uno en el otro, el alma humana
estará carcomida por la sospecha, la suspicacia,
la mentira, etc.
Naturalmente, la confianza tiene que nacer del Amor,
pero el Amor Divino. Porque solo él,
nos hace ver el otro como algo que es Dios,
al igual que uno!
Ruego ahora, Amada Madre,
porque la humanidad alcance ese estado de Perfección
en el cual se haya liberado de la sospecha y la suspiccia,
que tantos males ha engendrado y tantos sufrimientos
ha provocado.
¡Que tu amor nos envuelva y nos proteja
y que nos libere de ese vicio que es la sospecha!
Que así sea!
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V
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