Un piojo sueña comprarse una cabeza
con pelo para hospedarse y comer holgazaneando
y nada más al alcance que el cuero encrespado
del ninguneado que levanta madrugadas.
Esperando que llovizne a media asta sobre el pellejo gastado,
o una lluvia furtiva de lodo les lave el hedor a cara desencajada.
Que el azar baje en caída trayendo alguna changa
o un rudo trabajo que el clasista ocioso desecha asqueado.
Salen a la calle de puntillas sus pies planos,
apoyan al cordón el pie izquierdo
y no por ser cabuleros no pisan con el pie derecho.
Los ninguneados de la sociedad, esclavos de casta paria,
corriendo la liebre del estómago rebuscan del basural
o en los imbornales la carroña que dejan las ratas.
Ellos no son aunque estén, un punto vago de ausencia,
andan más enjutos que un latón doblado de hojalata.
No hablan lengua sino zafarrancho de jerga gutural,
tienen la cara bronceada de juntar carbón para el caldero sindical.
No tienen media ni agujeros en los zapatos,
descalzos al fuego del tráfago se apoyan al hueso de los callos.
Son la piedra diminuta y molida que la visión pre juiciosa no contempla.
Los ninguneados no tienen rostros sino duros macetones en las manos,
se ven como alabastro en disimulo que los ojos ajenos no visitan
y en desordenado alfabeto los crédulos esperan que la gracia
simiente germine en paramos infértiles de Creta balsámica entre los nardos,
pero nunca llueve en la minucia corpórea ni una gota de escarcha.
Tan jodidos que son más propensos a los templos de cábalas
que a la religiosidad de catedrales donde el ansiado bronce toca campanas.
Más que esencia de cultura son anotador de calle escriba.
En relente glaciación de madrugadas cuando rastrean con su rodal
el cartón bajo el agua que diluvia, con paciencia trajinan
la noche con sus brazos convalecientes de neuralgias.
Los ninguneados, usted bien sabe que caminan a su lado
o quizás desconozca que cuando nos recostamos
ellos a mitad de labor naufragan vacuos de algebraicas ciencias.
No profesan arte ni artesanía sino toscas manualidades.
Son más recursos humanoides o humanos en oferta,
guarismos que toman forma en las rojas crónicas de gacetillas,
que no entran en el compendios narrativos de legendarios,
cuestan menos que el hambre que los mata,
duermen en el rigor de las veredas y comen en ranchadas
de ollas populares, no tienen ni destino ni oportunidades,
más que un piojo metido en el negror grasiento de la cimera.
Los ninguneados sirven al voto populista la bancada
de mediocres oportunistas que no claudican tras la legalidad
el dominio que los ampare en su corruptela avaricia vernácula,
mientras los ninguneados mueren congelados antes que se dispare la bala.
De "Fuera del tiempo"
Ed, PALIBROS Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro de autores.
A publicarse julio 2018-
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