He aquí el único “sacrificio” que le pides a Tu Hijo bienamado:
Que abandone todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que deje que Tu Amor entre a raudales a su conciencia, sanándolo del dolor y otorgándole Tu Propia dicha eterna.
Tal es el “sacrificio” que me pides y que yo me impongo gustosamente:
el único “costo” que supone reinstaurar en mi Tu recuerdo para la salvación del mundo.
Y al saldar la deuda que tenemos con la verdad
– una deuda que consiste sencillamente en abandonar los auto-engaños y las imágenes que venerábamos falsamente -, la verdad regresa integra y llena de júbilo a nosotros.
Ya no nos engañamos.
El amor ha regresado a nuestra conciencia.
Y ahora estamos en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el
AMOR.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
