¡Oh mi Hermosa Niña!
Alegre y triste recuerdo,
sigues viva en mí, sin tu imagen presente,
tu mirada es luz, en mi oscuro sendero,
tu sonrisa, es una ventana abierta al cielo,
tu voz me arrulla y me lleva de la mano,
cuando al desfallecer me confiero.
¡Oh mi Hermosa Niña!
Alegre y triste recuerdo,
de lo vivido ayer,
de lo perdido en el tiempo,
de un hoy y un mañana sin ti,
viviendo contigo en mi pensamiento,
y llevándote dentro
más allá de la propia esencia,
más allá de mi lamento
en el desconsuelo de mi alma,
en el apretar de mi pecho.
¡Oh mi Hermosa Niña!
Que me cubres con tu espíritu guerrero
y me arropas con tu manto protector,
para llenar mi cuerpo de calor
y seguir batallando
en las vivencias de mi existencia,
marcada por mi estancia
en esta vida galopante
en un espacio y en un tiempo determinante.
Autora: Maria Teresa Merelas