El sexo es en realidad sólo la relación de la naturaleza inferior con el yo superior; luego es elevado a la luz del día, a fin de que el hombre pueda alcanzar la completa unión con la divinidad. El hombre descubre que el sexo (que hasta entonces ha sido una función puramente física, realizada a veces bajo el impulso del amor) es elevado a su correcto plano como el matrimonio divino, realizado y consumado en los niveles de la percepción del alma. Esta gran verdad subyace en la historia sórdida de la expresión del sexo, la magia sexual y las distorsiones de la moderna magia tántrica. La humanidad ha aminorado el simbolismo y sus pensamientos han envilecido al sexo hasta convertirlo en una función animal, y no fue elevado al reino del misterio simbólico. Los hombres han tratado de obtener, por medio de la expresión física, la fusión y la armonía internas que anhelan, y esto no se puede hacer. El sexo sólo es el símbolo de una dualidad interna que debe ser trascendida y llevada a la unidad. No se trasciende por medios o rituales físicos, sino que es una trascendencia en la conciencia. (9-290/91).
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V