Así sabré dije fiera,
si el corazón del ingrato
que sin piedad me maltrata,
es de piedra o de acero.
Lo aceche, luego sin calma
y con un largo puñal
rasgue las partes virtal de aquel hombre sin alma.
Y cuando a mis pies lo ví,
un grito horrible lance
¡ y mis manos sepulte,
en la herida que le abrí !
Busque, luego, temeraria dentro de su pecho impío
y su pecho estaba frió,
como el fondo de un osario.
Busque…, busque con tesón
y no halle lo que buscaba;
¡ el hombre que tanto amaba,
no tenia corazón !