En una olla grande, de acero inoxidable, agrega la leche y ponla a fuego bajo, revolviendo suavemente hasta calentar.
Cuando se formen unas burbujas pequeñitas a los bordes, retira del calor, coloca la tapa o un paño por encima, y deja reposar unos 20 minutos.
Pasado este tiempo, agrega el jugo de limón bien filtrado, además de la nata y el yogur.
Revuelve muy suavemente, para integrar sin incorporar aire, y deja reposar por 10 minutos más
Pon nuevamente la olla a fuego medio y calienta hasta que notes que la leche comienza a "cortarse", es decir, a hacer grumos de cuajada que se separan del suero líquido. En este punto añade la sal, revolviendo bien.
Cuela la preparación: retira el suero en la mayor cantidad posible con una cuchara, y luego puedes verter toda la mezcla en un colador con gasa o tela de quesos, suspendido sobre un contenedor para recolectar el suero.
Agrega en este punto los sabores especiales que quieras (ají, pimienta, orégano u otra que desee) añádelos al momento de dar la forma.
Una vez que se haya escurrido todo el suero y tengas una pasta cremosa pero más compacta, amásala un poco para darle la forma que quieras a tu queso. Por ejemplo, puedes hacer un largo tubo que hagas rodar por sobre las especias, creando una cobertura exterior muy sabrosa.
Coloca en un contenedor plástico de cierre hermético hasta el momento de consumo, siempre dentro del refrigerador (nevera) para consumir tu queso fresco.