Pelamos las patatas, las lavamos en agua fría y las cortamos en rodajas de medio centímetro, aproximadamente. También las podemos cortar en tiras, el resultado es similar aunque menos vistoso a la hora de presentar el plato. Secamos las patatas con papel absorbente de cocina.
Ponemos una sartén bien grande al fuego con el aceite de oliva. Calentamos el aceite, echamos un pedazo de patata y cuando salgan burbujas añadimos el resto. Freímos a fuego medio durante unos 10-12 minutos aproximadamente, hasta que las veamos más o menos doradas.
Retiramos las patatas con una espumadera y las escurrimos bien. Las salpimentamos y las dejamos en un bol o en una fuente.
Retiramos el aceite de la sartén. Preparamos la cebolla ligeramente caramelizada con un poco de miel, muy poca, sólo para darle un ligero sabor dulzón. En la misma sartén que hemos utilizado para freír las patatas añadimos un poco de aceite de oliva y siempre a fuego bajo añadimos toda la cebolla. Cuando veamos que empieza a soltar agua subimos un poco la temperatura para que se dore. Bajamos el fuego y salpimentamos, removemos con una cuchara de madera durante unos 5 minutos y añadimos 1 cucharada de miel. Removemos para que se caramelice y cuando veamos que la miel se está pegando a la cebolla retiramos del fuego y llevamos a un plato.
En otra sartén más pequeña salteamos durante sólo un minuto el jamón y el chorizo.
Añadimos a la misma sartén de las patatas una cucharada de aceite del que sobró de las patatas y freímos los huevos sin que terminen de cuajarse, (la yema debe quedar líquida). Añadimos a la sartén la cebolla, patatas, petit pois, chorizo y jamón y seguidamente rompemos ligeramente los huevos con una cuchara de madera, para que impregne los demás ingredientes.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V