LA VERDAD, TODA LA VERDAD
LA VERDAD Y TU VERDAD.
En latín educare es
" criar, alimentar, cuidar". Vale ese verbo, en principio, para toda
acción protectora que se ejerce frente a un ser necesitado de apoyo. Es
la educación del niño, para que crezca sano y bueno.
Hay otra faz de la educación que proviene del verbo educere, que significa:
"extraer afuera, hacer salir" y alude, obviamente, al acto que estimula
al otro a crecer, a darse a luz, a brotar desde su propio interior para
ser persona, único e insustituible.
En la primera versión el hombre se forma desde afuera; en la segunda, desde adentro.
Sócrates se llamaba a sí mismo "el partero del conocimiento". Dialogaba con la gente y los asistía en el parto del sí mismo.
Cada cual lleva en sí, potencialmente, la verdad.
La verdad; no su verdad.
Hoy estamos demasiado acostumbrados a oír que " cada uno tiene su
verdad". Si así fuera, la verdad no existiría. Verdad es lo que vale
para todos, dentro de una cultura.
Educere no es
producir la verdad de cada uno, sino lo que cada uno puede generar desde
su interior en el campo de las verdades que son de todos.
Es importante subrayar este tema.
Verdad es un significado objetivo, que nos trasciende, a ti y a mí y a nosotros.
Cada uno, en todo caso, tiene su gusto, su opinión, sus creencias. Y debe saber que son de su privacidad, totalmente respetables pero válidos únicamente para él.
No existe tu verdad; mi verdad.
La verdad es objetiva, de validez universal, o al menos de validez
general para un grupo humano en determinada época.
La educación viene del hogar; la
instrucción, de la escuela. Cuando los niños llegan a la escuela ya
están educados, es decir, formados y constituídos en los puntos más
cruciales del ser personal.
Los padres son el exterior. Representan al mundo y sus valores, aquellos a los cuales adhieren.
Los padres no eligen a la Gioconda como modelo de belleza ni a Einstein como modelo de científico ni a la televisión como modelo de comunicación.
Pertenecen a un mundo y reflejan ese mundo en su conducta.
Eso es lo ajeno.
También está lo propio. Los
padres, cada uno de ellos, tienen su interior. Insisto, no sus verdades,
pero sí sus tendencias, habilidades, aptitudes, creencias, adhesiones,
rechazos, principios.
Hay derecho a defender esos principios. Son personales. No hay derecho a imponerlos.
Si los padres, antes de analizar a
sus hijos, se analizaran a sí mismos, verían cuánto de sus altas causas
son subjetivas, personales; aprenderían a relacionarse con el prójimo
con el debido respeto frente a lo personal- ajeno y, en consecuencia, no
lucharían fanáticamente por sus ideas como si fueran santidades
irrevocables, sino que tomarían conciencia de que en este mundo de
libertad, las causas que no están cobijadas por la verdad son opiniones, artículos de pasión y de sentimiento, eminentemente de cada uno, y cada cual está facultado a aceptar, rechazar, meditar.
La educación, en última instancia, es educación ética.
Autor: Jaime Barylko (adaptación)
...continuará...te espero, porque esto se está poniendo muy interesante.
|