El Manual de Jardinería Humana brotó en mi interior de
manera espontánea, fluida, sin pausa, en pleno invierno de 1990.
Nació sin pedir permiso, con lenguaje original y comprometido,
desde la raíz misma del dolor, allí donde se acuna el amor y la
libertad que permite el conocimiento.
Confío que el Manual sea pronto de reflexión individual y grupal
para quienes estén deseosos de enfoques simples y directos,
que les permita encontrar los propios caminos de autorrealización,
de apertura, sinceramiento y desapego; especialmente para
todas las juventudes que nacen con la energía constructiva de
un tercer milenio altruista y pacífico.
En un mundo desgarrado por la insensibilidad y la violencia se
requieren jardineros fortalecidos en su propia luz, capaces de
poner armonía en sus interrelaciones personales y grupales. El
mundo necesita millones de ciudadanos inteligentes en los más
diversos terrenos, redes espontáneas de hombres convocantes,
y no enormes y pesadas organizaciones atrapadas en el
autoritarismo, generador de indisciplina, que han demostrado
abundantemente que no sirven para contener y superar
la angustia y desesperación del hombre actual, aburrido de sí
mismo, incapaz de transformar su adicción al entretenimiento
bobo, y de elevar su energía a una vida más abundante.
De los laberintos se sale hacia arriba. Por eso el Manual
constituye el primer libro de una cosmología elemental creativa,
que contempla en sus hojas la potencialidad del elemento
simple, tierra.
En la buena tierra la semilla anuncia al bosque.
No es un libro ni para explicar ni para discutir. Se lee con la piel,
es visceral. Cuando hay percepción clara, no hay elección, el
darse cuenta actúa.
No es una propuesta utópica: surge de raíces y terrenos,
privilegia los hechos.
No es un libro para leer apurado con ansiedad de fin; no
concluye, se prolonga en cada comentario, en cada movimiento
de transformación.
Como el hombre piensa, así es: atraemos lo que abunda en
nuestro corazón. Somos responsables del rostro que tenemos.
Tu vida es tu jardín: tu jardín es el mundo ¿Puedes embellecer
aún más tu propuesta floral?
Antes de que el hombre pueda instalarse totalmente en el Jardín,
debe convertirse en el Jardín.
Con amor y alegría, con profunda y activa confianza: