AMADA MADRE DIVINA:
Hoy he conocido la suspicacia y la sospecha humanas.
Pueden ser duras saetas para el alma.
Pueden llegar a penetrar el corazón de una persona y herirla mortalmente.
Tanto para quien la blande, como para quien la recibe, son durezas y callos en el alma.
La sospecha es un velo difícil de destejer, pues su tejido quiere parecerse a la verdad, ya que se basa en hechos aparentes.
He reflexionado mucho sobre esa nueva experiencia que me has enviado, Madre, y la considero sumamente provechosa; ello me demuestra que hasta que el ser humano no aprenda a confiar totalmente el uno en el otro, el alma humana estará carcomida por la sospecha, la suspicacia, la mentira, etc.
Naturalmente, la confianza tiene que nacer del amor, pero el Amor Divino. Porque sólo él, nos hace ver al otro como algo que es Dios, al igual que uno!
Ruego ahora, Amada Madre, porque la humanidad alcance ese estado de Perfección en el cual se haya liberado de la sospecha y la suspicacia, que tantos males ha engendrado y tantos sufrimientos ha provocado.
¡Qué tu amor nos envuelva y nos proteja y que nos libere de ese vicio que es la sospecha!
Que así sea!
(Rafael de Jesús Vásquez G.)
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,